martes, 23 de marzo de 2010

ILDI, MADRE DE HONOR

Querida Ildi:
Vas a inaugurar mi blog porque para mí mereces un lugar de honor. Dudo que ahora puedas leer esto. La vida es muy injusta. Pero mucho.
Nos conocimos cuando llegaste a este país sin nada. Tuviste que dejar a tus hijos muy lejos para ofrecerles una vida mejor. Dejaste allí tu puesto de Ingeniero Civil por trabajos de limpieza y cuidado de niños. De ejercer labores de responsabilidad pasaste a hacer labores del hogar al mando de otros. Cambiaste la técnología de la informática y los planos y las obras por la aspiradora, las bayetas y los pañales.
Tu único motor eran tus niños. Traerlos contigo algún día. Que pudieran tener acceso a esta abundancia nuestra que aquí a veces valoramos tan poco.
Después de muchos años de dolor, sacrificio, tristeza, lágrimas, de una escasez espartana, al fin pudiste traer a tu hijo mayor. Casi siete años eternos. Un hijo brillante, como tú, muy tímido, como tú, prudente y responsable, como tú.

Querías que estudiase Ingeniería Informática, unos estudios que sin duda podría superar con éxito gracias a sus extraordinarias capacidades.
Pero la ineficacia y lentitud de la maquinaria burocrática quiso que pasase todo un año hasta obtener la homologación de sus papeles académicos. Mirando ahora hacia atrás, no sé si fue lo mejor que podía haber pasado.
Empezaste a sentir mareos, alteraciones en la visión, desorientación, algún desvanecimiento, fiebre. Pero parecía deberse a alguna infección común, nada importante. Te ingresaron de urgencias y empezaron a buscar un extraño virus. Al final, un tumor cerebral. Operaron y la cosa no pintaba demasiado mal pero tampoco demasiado bien.
Ha pasado un año y tu salud de roble, qué paradoja, hace que tu cuerpo aguante operaciones y quimioterapias y radioterapias y lo que te echen. Ya pierdo la cuenta de los estudios experimentales en los que te han incluido. Te estás agarrando a la vida como una loba.
Ya no puedes hacer tus sudokus ni tus puzzles ni el punto de cruz. Tampoco leer, ni pasear, ni conversar. No puedes levantarte para cambiar la cama por una butaca.
A veces me entran ganas de decirte al oído cosas extrañas y quizá absurdas. Que te quedes tranquila, que descanses, que sigas tu camino en paz. Tu hijo ha salido a su madre, no te preocupes, conseguirá lo que se proponga.
¿Cuántas horas, noches y días ha estado a tu lado en el hospital, llevandote y trayendote de consulta en consulta, con sus apuntes y libros a los pies de tu cama y sin apenas poder utilizarlos? Pues aun así saca sobresalientes, asiste a sus clases por las tardes, se pega unos madrugones del diablo para trabajar unas horas en un trabajo que otros considerarían ridículo, se conoce ya Madrid al dedillo porque se ha pateado todos los servicios sociales y asociaciones que puedas imaginar. Es capaz de gestionar lo que haga falta con tal de encontrar pequeñas ayudas para tus medicinas, las ambulancias, la cama articulada y cualquier cosa que necesites.
Incluso ha conseguido una beca muy especial para poder aprender todavía más de lo que ya sabe. Tu chico es la caña de España, como decimos aquí. Si ya estabas tan orgulosa de él, ahora con razón de más.
Ildi, por mi parte cumpliré lo que un día te dije en el hospital antes de que te operasen la primera vez: tu hijo tendrá oportunidades para estudiar porque, entre otras cosas, ya me encargaré yo de ello. Tú hijo hará lo que tú querías que pudiera hacer. Que para eso le echaste un par y ahora es él mismo quien lo hace. Pero a ello añade varios pares más de todos los que te queremos.
Has conseguido que todo esté mejor de lo que estaba antes. El resto de cosas que te diría las guardo en mi corazón.
Muchísimas gracias por tu ejemplo, Ildi. Y si te encuentras con quien tú ya sabes, hazme ese gran favor, tú también sabes.

3 comentarios:

  1. Mil besitos para esa madre, y adelante....siempre hacia adelante.....

    ResponderEliminar
  2. vaya madre coraje ...me he emocionado que historia ...pero animo adelante, este chaval llegara muy lejos..

    ResponderEliminar
  3. Me he emocionado mucho al leer la historia, aunque ya la conocía más o menos. Soy María Eugenia, de Promete. Me encargué de tramitar la beca para tu hijo, ¿te acuerdas? Os deseo todo lo mejor a los tres. Mucha fuerza!

    Un abrazo, María Eugenia

    ResponderEliminar